El pasado domingo 28 de mayo, Alianza Lima cerró la primera rueda del fútbol profesional peruano con una goleada contundente: 6 a 1 frente a Binacional. Pero más allá del marcador, lo que realmente capturó la atención de los que sabemos mirar el liderazgo en acción fue un gesto que rompió todos los esquemas tradicionales del ego deportivo.
Durante el partido, se cobró un penal a favor de Alianza. La mayoría esperábamos que el ejecutor, Hernán Barcos, lo pateara directamente al arco. No solo por ser el delantero histórico del club, sino porque estaba a tan solo dos goles de convertirse en el máximo artillero extranjero de la historia del equipo. Era su momento. Todos lo habríamos comprendido. Pero no lo hizo.
En lugar de disparar, Barcos optó por pasar la pelota a su compañero Pablo Lavandeira, quien anotó el gol. Un gesto técnico sorprendente, sí, pero sobre todo un acto de liderazgo maduro, generoso y profundamente consciente.
Cuando se le preguntó por qué lo hizo, su respuesta fue breve, poderosa y con el peso de quien entiende de qué está hecho un verdadero equipo:
“La prioridad es el grupo.”
¿Qué significa eso desde el coaching y el liderazgo?Significa que el verdadero liderazgo no se trata de brillar tú, sino de ayudar a que todos brillen. Significa que cuando uno de los tuyos necesita un impulso emocional, tú estás ahí para dárselo, aunque eso implique renunciar a un logro personal.
Barcos sabía lo que hacía. Lavandeira, pese a haber sido una figura importante en el 2022, no era titular fijo en el 2023 y no había anotado un solo gol. Eso pesa. Eso frustra. Y eso puede apagar el fuego interno de cualquier profesional. Pero Barcos no lo permitió. Decidió ceder protagonismo para fortalecer al equipo.
Eso no lo hace cualquiera. Lo hace alguien que tiene claro que:
- El equipo está por encima del ego.
- Cuando el grupo gana, todos ganan.
- No siempre que tú ganas, el equipo gana. Pero cuando el equipo gana, tú también creces.
El liderazgo que impacta más allá del campo
Más allá de su técnica o su carrera deportiva, Hernán Barcos demuestra ser un líder integral. A sus 39 años, no solo continúa siendo competitivo, también encarna los valores que todo líder debería cultivar: empatía, generosidad, disciplina y compromiso con el propósito colectivo.
Además, fuera de la cancha, Barcos es reconocido por su labor social, por su cercanía con la comunidad y por mantener una vida familiar sólida. Ese es el tipo de liderazgo que no necesita micrófono ni podio para inspirar, porque su coherencia habla más fuerte que cualquier discurso.
¿Y tú, cómo lideras en tu entorno?
- ¿Estás dispuesto a ceder protagonismo para fortalecer a tu equipo?
- ¿Reconoces cuándo uno de los tuyos necesita un impulso?
- ¿Te enfocas en ganar tú o en que gane el grupo?
Estas son las preguntas que todo líder debería hacerse a diario. Porque liderar no es ocupar un cargo, es ocupar un lugar en el corazón del equipo, con acciones que fortalezcan el propósito común.
Recuerda: la verdadera victoria de un líder no es ser el mejor del equipo, sino lograr que su equipo sea el mejor.
Y tú, ¿estás liderando como Barcos?